Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.
Mas no tardó un habitado en caerle y raptarlo. Desde entonces el habitaquo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate